Mi más cordial bienvenida al curso 2021-22 a todas y cada una de las personas que formamos esta gran familia del Seminario: Formadores, Personal docente, Personal de servicio, Alumnado, Familias y a todas las personas que sienten el Seminario como algo suyo y nos apoyan con su oración, estímulo y cercanía.
Comenzamos un nuevo curso, no un curso más. Cada curso es un acontecimiento único en la historia de cada persona y de cada institución.
El Seminario, a lo largo de su historia, ha ido adaptándose a cada momento para ofrecer la mejor formación a sus alumnos. En este curso que comenzamos se da un paso importante, que creo que será muy provechoso para nuestra Archidiócesis y para la sociedad: El Seminario pasa a ser un colegio mixto.
De cada uno de nosotros va a depender el fruto de este paso. Es importante que hagamos nuestro el Proyecto Educativo del Centro. Y esto exige: Aceptación, Entrega, Fidelidad y Respeto al mismo.
Necesitamos recuperar la cultura del esfuerzo. Ya sé que es ir contra corriente, ya que no la favorecen ni la nueva Ley de Enseñanza, ni el ambiente social que nos rodea, ni tampoco el familiar en muchos casos. Pero esto no significa que no sea necesaria. Educar, en cierto modo, es ir contra corriente.
La cultura del esfuerzo es el único camino para desarrollar el talento, para ser competitivo como persona y como sociedad. No hay nadie brillante que no tenga detrás de sí muchas horas de esfuerzo.
La cultura del esfuerzo conlleva soñar un objetivo, proyectar una estrategia, buscar posibles recursos, crear nuevos hábitos y, por supuesto, asumir la posible frustración. El capricho no entiende el “no”; mientras que el esfuerzo conoce los obstáculos, pero no se rinde ante ellos.
Los padres y los educadores no lo estaríamos haciendo bien si a nuestros educandos les acomodamos la vida para que consigan lo que desean con el mínimo sufrimiento; si no les hablamos de las derrotas, de que a menudo las cosas no se consiguen a la primera, de los tropiezos, de las veces que les va a tocar volver a empezar de cero, de que no siempre serán los mejores y primeros.
Junto al esfuerzo, la responsabilidad. Cuando una persona es responsable tiene que responder de algo ante alguien porque se ha comprometido a hacerlo.
La responsabilidad es la capacidad de responder con acciones adecuadas a las situaciones que la vida nos va presentando. Es necesario que intentemos que nuestros educandos comiencen a comprender la necesidad de un equilibrio entre derechos y deberes, entre libertad y responsabilidad.
La convivencia es el tercer elemento a considerar.
La convivencia es la capacidad que tienen las personas para vivir con otras en un marco de respeto y solidaridad recíprocas.
Para la buena convivencia se necesita respeto, amor, afecto, caridad, tolerancia con las personas que nos rodean.
Vamos a pasar mucho tiempo juntos. Es importante cuidar la convivencia y aprender a convivir y crecer como personas que saben convivir. El respeto y cumplimiento de las normas del Centro es un instrumento que favorece la convivencia.
El que tienes al lado es una persona, no un rival ni un enemigo.
Nos podría ayudar lo siguiente:
“Querer al otro sin absorberle”
“apreciarle sin juzgarle”
“caminar con él sin esclavizarle”
“invitarle sin exigirle”
“criticarle sin herirle”
“ayudarle sin menospreciarle”.
Si tú puedes hacer esto por mí y yo por ti, entonces podremos caminar juntos.
Nos ponemos bajo la protección de nuestra patrona Nuestra Señora de la Asunción, de nuestro co-patrón San Rosendo y del Apóstol Santiago y…” ULTREIA ET SUSEIA”.
Feliz y provechoso curso 2021-2022.
Manuel Ferreiro Méndez
Rector