La sexualidad y con ella la afectividad, es una dimensión fundamental de la persona, que impregna su cuerpo, sus vivencias y sus expresiones, comienza con la vida misma y abarca aspectos físicos, psicológicos, sociales, culturales, éticos y religiosos.
Todos sabemos que la responsabilidad inicial y fundamental de la educación afectivo-sexual corresponde a los padres por ser éstos los primeros educadores del niño y por ser la familia el lugar más adecuado para la creación de un clima afectivo que difícilmente puede lograrse en otros ambientes.
Pero padres y madres confían desde una temprana edad a sus hijos a un centro escolar del que forman parte en la comunidad educativa, y que se convierte en un agente de socialización transcendental por el número de horas que los niños pasan en él durante grandes periodos de su vida.
Los niños, aprenden por observación e imitación. Los modelos reales que poseen una importancia mayor son los padres por su presencia constante, su vínculo afectivo, ser figura de identificación, y porque inevitablemente la propia relación paterno-materna con su lenguaje verbal y corporal supone el primer ejemplo de la relación entre los sexos. Pero otro modelo real fundamental son los educadores que al igual que sucede con padres y madres, educan dentro de un marco formal con sus palabras, pero prioritariamente con sus conductas, sus valoraciones y sus actitudes por medio de elementos e imágenes que los niños asimilan desde la edad más temprana y cuya influencia permanece y se prolonga a lo largo de la vida.
Conscientes de ello, y como ya habíamos anunciado a comienzo de curso, en las próximas semanas desarrollaremos en nuestro centro diversas sesiones dedicadas a profundizar en esta temática con nuestros alumnos de 3º ESO y 1º BACH. También habrá oportunidad para un encuentro con los padres en el contexto de la Escuela de Familias. Para ello contaremos con la inestimable ayuda de Dª. Cristina Cons, que ya nos ha acompañado en estos últimos cursos.