Los orígenes del Seminario de Santiago
Podemos decir que la idea de los seminarios tal y como los entendemos hoy, surge de las deliberaciones del Concilio de Trento, que anima encarecidamente a las diócesis a crear centros específicos para la formación de futuros sacerdotes. Siguiendo dicha exhortación se funda en nuestra diócesis el Seminario Conciliar de Santiago.
Su primera ubicación, siguiendo los deseos del arzobispo Fray Rafael de Vélez, será el edificio san Clemente, hoy en día IES Rosalía de Castro, junto a la alameda de la ciudad del Apóstol. En el año1866, el cardenal García Cuesta consideró que el Seminario debía trasladarse junto a la catedral, al antiguo monasterio benedictino de san Martín Pinario, sin actividad religiosa tras la desamortización.
A pesar de tratarse del tercer edificio histórico más grande de España, tras el Palacio Real de Oriente y el Monasterio de san Lorenzo del Escorial, pronto el espacio será insuficiente. Recordemos que estamos hablando de uno de los seminarios más numerosos del orbe católico.
Los seminaristas menores se instalaron, por lo tanto, en san Roque (hoy en día, CSIC Padre Sarmiento), atendidos por el mismo equipo de san Martín. Era imprescindible, por consiguiente, un edificio para el Seminario Menor. Con este fin el Cardenal Quiroga convocó una Asamblea de Sres. Arciprestes en 1951 para tratar de esta cuestión.
Emplazamiento
El Seminario Menor debía de estar muy próximo a los sagrados restos del Apóstol y, por otra parte, situado en un lugar despejado, amplio, soleado y lleno de luz. Después de sopesar todas las posibilidades, apareció como emplazamiento ideal el altozano de Belvís: Al norte, el santuario de la Virgen del Portal y el convento de las MM. Dominicas; al sur, la Colegiata de Santa María la Real de Sar; al oeste, una magnífica vista de la ciudad; y al naciente, el valle por el que discurre el río Sar.
El proyecto
Se encomiendan los planos del futuro edificio al arquitecto D. José Mª. de la Vega Samper, quien ya había dirigido la construcción de una veintena de Seminarios en toda España. El emplazamiento, las necesidades y algunas modificaciones del edificio, fueron estudiados por una comisión designada al efecto.
En 1952 se recabó de nuevo la opinión de los Sres. Arciprestes, puesto que el gran número de alumnos al que estaba destinado el nuevo seminario, hacía que las obras se presupuestasen en una cantidad que rebasaba los 20 millones de pesetas.
Se inició así la empresa, nada fácil, de buscar los recursos económicos necesarios. Poco podía esperarse del erario diocesano, inmerso en multitud de obras de reparación y construcción como la Casa Diocesana de Ejercicios Espirituales, obras de mejora en las aulas y la biblioteca de San Martín Pinario, etc.
Se recurrió a la ayuda del Estado, que, aunque no en la cuantía necesaria, ayudó para el inicio de las obras. Asimismo se utilizó lo recaudado en la Archidiócesis con motivo de la exaltación de Don Fernando al cardenalato, además de los donativos de sacerdotes y fieles.
Se pone de esta manera en marcha la que, en palabras del propio Cardenal, es la obra más importante de la Diócesis, imposible de realizar sin las generosas cooperaciones de sacerdotes, religiosos y religiosas, hermandades, cofradías, hombres de empresa y de todos los habitantes de la Diócesis.
La primera piedra, los primeros cursos
El 7 de enero de 1953, se replantea el edificio y empieza el movimiento de tierras. El 26 de febrero invitados por el Sr. Cardenal, visitan las obras los representantes de la prensa y de la radio de la Archidiócesis.
El primero de marzo, fiesta del glorioso prelado compostelano San Rosendo, rodeados del Clero de la ciudad, de las Autoridades y de multitud de fieles, el cardenal coloca la primera piedra del edificio.
Después de tantear a diversas empresas constructoras, se otorgó la obra a la empresa Cachafeiro, que acababa de construir el Seminario de Ourense. Se puso al frente de la obra un aparejador de primera, don Antonio Fernández Durán, y la Archidiócesis nombró como Delegado responsable a don Arturo Longa Bermúdez. Detrás andaba el señor cardenal, don Fernando, que, si estaba en Santiago, todas las tardes visitaba las obras, y estimulaba al aparejador y a los obreros.
El 8 de agosto es hormigonada la primera placa del nuevo edificio, que corresponde al piso de la primera planta. Casi en tiempo record, el 30 de septiembre de 1955, ingresarán en el edificio la primera promoción de alumnos. Se trata de 224 jóvenes, con su respectivo equipo de formadores, que corresponden a los primeros cursos de Humanidades. Previamente el Cardenal bendice el salón de actos que, provisionalmente, servirá de capilla durante el curso y nombra a Mons. José Cerviño primer rector del Seminario Menor de Santiago.
Pronto los alumnos superarán el millar y en el curso 1956-57 son ya 1124 los seminaristas que asisten al centro.
El 2 de octubre de 1957, el Nuncio de Su Santidad, Monseñor Antoniutti, acompañado del Sr. Cardenal, de Mons. Novoa y de las autoridades provinciales y locales, procede a la bendición del complejo, que será solemnemente inaugurado el 10 de septiembre de 1958, día de san Pedro de Mezonzo, prelado y obispo de esta Diócesis.