Nos lo temíamos desde hace un mes, pero manteníamos la puerta abierta a la esperanza. No ha podido ser… Antonio, piedra viva en la historia de nuestro Seminario, nos ha dejado esta mañana.
Desde aquí nuestras condolencias a Elisa, su esposa, encargada de la cocina hasta jubilarse hace a penas dos meses, después de 48 años trabajando en esta casa; a su hijo Toño, antiguo alumno y a su mujer, Vanesa, empleada también de nuestra cocina; a Andrea y María, cuñada y sobrina, que llevan también muchos años con nosotros… Y es que Antonio y su familia, el clan de los Tarrío, como cariñosamente los llamamos, son de esas personas sin las que no puede entenderse esta institución. Su trabajo callado, su preocupación constante, su hacerse familia con los que aquí vivimos, han sido su seña de identidad.
No hay palabras para describir la sensación con la que recibíamos la noticia. En el fondo esperábamos que, una vez más, saliera adelante y pudiéramos estar otra vez tomando un pulpo, bromeando con él o pidiéndole consejo sobre cómo hacer para arreglar esta o aquella cañería.
Sin embargo no ha sido así. Ciertamente ahora nos embarga a todos la tristeza y la impotencia, pero seguimos confiando en la infinita misericordia de Dios, que no abandona a los suyos. Sabemos que Él nos ha prometido la auténtica Vida y que ahora Antonio tiene la oportunidad de disfrutar plenamente de ella junto a nuestro Buen Dios. Pedimos por él, y lo hacemos con la convicción de que desde el primer momento él seguirá también pidiendo y ayudando de otra forma por los que aquí quedamos.
Ya no te pediremos que nos arregles este cristal, que cambies esta cerradura o que avises al electricista, pero sí que seguiremos pidiéndote que nos eches una mano. Quizás es ahora cuando mejor nos vas a ayudar.
Sabiendo de lo querido que era tanto por los compañeros como por los alumnos, informamos que su entierro será mañana, miércoles, a las 17:30 h. en la iglesia parroquial de San Martín de Marzoa (Oroso). Se vela en el tanatorio Martínez (Frades). DEP