
La Iglesia no es una institución que permanezca aislada y lejana de la sociedad. Al contrario, procura no permanecer ajena a ninguna de las preocupaciones de los hombres y mujeres de cada época, actuando con sencillez que siempre nos ayuda a dialogar con la realidad. El Seminario Menor de Santiago de Compostela cuenta ya con una larga y benéfica historia. De hecho, el pasado año conmemorábamos su LX aniversario. En sus aulas se han formado miles de jóvenes. Unos siguieron el camino de la vocación al sacerdocio, otros fueron llamados por el Señor a otras tareas. Pero estoy convencido de que todos ellos guardan un recuerdo grato de su paso por esta institución.
Estamos ahora en un tiempo en el que, lamentablemente, las vocaciones al ministerio sacerdotal son escasas. En ello, como en cualquier otro aspecto de nuestra vida, nos confiamos a la Providencia y nos ponemos en sus manos, conscientes de que el Señor ha de seguir proveyendo de pastores a su grey. Pero nosotros, como Iglesia diocesana, debemos hacer todo cuanto esté en nuestras manos para ofrecer a adolescentes y jóvenes la oportunidad de escuchar la llamada del Señor con una pastoral vocacional que escuche la realidad.
Por ello es importante el trabajo, callado y serio, que se realiza desde el Seminario Menor, comunidad eclesial de personas que son testigos en medio de la normalidad que exige una implicación con la vida desde el trabajo ordinario, la oración convencida y la sinceridad de la entrega. Aquí, muchos chavales tienen la ocasión de vivir la experiencia de Dios y plantearse un futuro para su vida en el servicio a la Iglesia desde el ministerio sacerdotal, sin que ello suponga un alejamiento de la realidad social y cultural de nuestra sociedad. Me gustaría que todos los diocesanos fuésemos conscientes de la importancia de la misión que desempeña nuestro Seminario Menor y que arropásemos a esa comunidad formativa con nuestro apoyo y nuestro cariño. Los adolescentes y jóvenes lo merecen. Necesitan a la Iglesia y nuestra Iglesia les necesita a ellos.
+ Julián Barrio, arzobispo de Santiago